In memoriam, Tatic Samuel
Ahora que una vez más el pueblo (el que nunca se equivoca, el estado llano, el noble, el que puede ser calificado hasta de bueno) vuelve su mirada no a las disputas electorales o proyectos de nación, no hacia las agendas legislativas estratégicas sin estrategia, a la guerra que no es guerra pero igual mata, no a las consultas ni a los alcances teóricos de los Madero, los Ortega o los Moreira (esos grandes próceres), sino al juicio de la década (bueno, apenas empieza ésta).
Un jiguerillo violó a una menor (o se presume) y eso ha dado lugar a un juicio televisivo que reemplaza a cualquier institución o aparato judicial; ha creado nuevas instituciones y a contundentes magistradas en horario estelar.
Las televisoras dejan de lado cualquier intento de informar o comunicar. La clave del escándalo y el morbo inundan la hora de la comida y las siguientes y los jóvenes Kalimba, Daiana y otra que no me acuerdo, caen en la espiral de las versiones que no necesitan comprobación, de la condena a priori, del atinado comentario machín, de las marchas espontáneas. Los demonios del edén convocados.
Pero esto no es nuevo y no es exclusivo de los medios electrónicos. Nuestro blog, tan noble e interesado en el servicio público, recuerda el primer juicio mediático: la tristísima y trágica historia de Roscoe Fatty Arbunkle.
Un jiguerillo violó a una menor (o se presume) y eso ha dado lugar a un juicio televisivo que reemplaza a cualquier institución o aparato judicial; ha creado nuevas instituciones y a contundentes magistradas en horario estelar.
Las televisoras dejan de lado cualquier intento de informar o comunicar. La clave del escándalo y el morbo inundan la hora de la comida y las siguientes y los jóvenes Kalimba, Daiana y otra que no me acuerdo, caen en la espiral de las versiones que no necesitan comprobación, de la condena a priori, del atinado comentario machín, de las marchas espontáneas. Los demonios del edén convocados.
Pero esto no es nuevo y no es exclusivo de los medios electrónicos. Nuestro blog, tan noble e interesado en el servicio público, recuerda el primer juicio mediático: la tristísima y trágica historia de Roscoe Fatty Arbunkle.
Roscoe Arbunkle nació en Smitt Center, Kansas, en 1887. Con una larga experiencia en el vodevil y un talento innato, Artbunkle se convirtió, hacia 1913 en uno de los pilares del cine cómico de entonces, bajo la égida de Mark Sennet. Fatty (El Gordito) rivalizó en popularidad o tal vez superó en su momento a Chaplin. Su gracia natural, el ingenio, la agilidad física y los pastelazos lo encumbraron en poco tiempo, a grado tal que la Paramount le entregó el control total de su trabajo y le creó un división en su compañía exclusivamente para él. Fue el primer actor en ganar un millón de dólares anuales en la industria.
En septiembre de 1921, durante un descanso, Artbunkle y algunos de sus amigos fueron a San Francisco. Se registraron en el hotel Saint Francis, dispuestos a dar una fiesta, e invitaron a varias mujeres a su habitación. Durante el evento, una de ellas, una aspirante a actriz, de 26 años, llamada Virginia Rappe, cayó gravemente enferma y fue examinada por el doctor del hotel, que dictaminó que, probablemente, la mujer simplemente estaba intoxicada.
Sin embargo, Rappe murió tres días más tarde de peritonisis a cauas de una perforación en la vejiga. Maude Delmont, amiga y compañera de Rappe en la fiesta, implicó a Arbuckle en el suceso, denunciando que la ruptura de vejiga se produjo mientras el actor violaba a Rappe con una botella. Arbuckle, seguro de su inocencia, rechazó tales acusaciones. Delmont lo denunció a la policía con la esperanza de llegar a un acuerdo monetario con los abogados de Arbuckle, pero el asunto se le fue de las manos.
El juicio se convirtió en un acontecimiento nacional y ocupaba las portadas de los periódicos, especialmente de los pertenecientes al imperio de William Randolph Hearst, que no dudaban en presentar en sus crónicas al actor como culpable, haciendo juicios anticipados y predisponiendo a mucha gente a prejuzgar a Arbuckle. En abril de 1922, luego de dos tortuosos procesos, Arbuckle fue declarado inocente de la muerte de Virginia Rappe.
Sin embargo, la infamia resultante destruyó la carrera y la vida personal del artista. Diversas asociaciones de vigilancia de la moral habían pedido la pena de muerte para el actor, y los dueños de los estudios prohibieron a los amigos de Arbuckle en la industria cualquier muestra de apoyo público. Sólo Buster Keaton, a quien Arbuckle había dado su primer estelar en 1917, se manifestó en favor de su amigo, resaltando que "Arbuckle era una de las almas más amables y bondadosas" que había conocido.
Toda la producción cinematográfica de Arbunkle fue prohibida, sin ninguna base legal o judicial. Aunque le permitieron seguir trabajando, nunca fue rehabilitado en Estados Unidos ni en Inglaterra; las copias que quedan de sus cortos tienen intertítulos en idiomas que no son en inglés y sufren un gran deterioro; su rescate en medios digitales es reciente.
Sobra decir que los años que pasan de la terminación del juicio a su muerte en 1933 (a los 46 años) son una cadena de tragedias, abandono y crueldad, divorcios, alcoholismo y crueldad.
La prensa sensasionalista cobró su primer víctima entonces. Hoy, entre el presunto violador, la presunta violada, alguien caerá. Hoy, en el caso que tanto consume tiempo de pantalla ya tenemos a los primeros caídos, los teleadictos que se abandonan al consumo del morbo a falta , de algo con qué recuperar la dignidad perdida por la inseguridad, los atropellos, el hambre, la ignorancia y las pobrezas, la material y espiritual.
En septiembre de 1921, durante un descanso, Artbunkle y algunos de sus amigos fueron a San Francisco. Se registraron en el hotel Saint Francis, dispuestos a dar una fiesta, e invitaron a varias mujeres a su habitación. Durante el evento, una de ellas, una aspirante a actriz, de 26 años, llamada Virginia Rappe, cayó gravemente enferma y fue examinada por el doctor del hotel, que dictaminó que, probablemente, la mujer simplemente estaba intoxicada.
Sin embargo, Rappe murió tres días más tarde de peritonisis a cauas de una perforación en la vejiga. Maude Delmont, amiga y compañera de Rappe en la fiesta, implicó a Arbuckle en el suceso, denunciando que la ruptura de vejiga se produjo mientras el actor violaba a Rappe con una botella. Arbuckle, seguro de su inocencia, rechazó tales acusaciones. Delmont lo denunció a la policía con la esperanza de llegar a un acuerdo monetario con los abogados de Arbuckle, pero el asunto se le fue de las manos.
El juicio se convirtió en un acontecimiento nacional y ocupaba las portadas de los periódicos, especialmente de los pertenecientes al imperio de William Randolph Hearst, que no dudaban en presentar en sus crónicas al actor como culpable, haciendo juicios anticipados y predisponiendo a mucha gente a prejuzgar a Arbuckle. En abril de 1922, luego de dos tortuosos procesos, Arbuckle fue declarado inocente de la muerte de Virginia Rappe.
Sin embargo, la infamia resultante destruyó la carrera y la vida personal del artista. Diversas asociaciones de vigilancia de la moral habían pedido la pena de muerte para el actor, y los dueños de los estudios prohibieron a los amigos de Arbuckle en la industria cualquier muestra de apoyo público. Sólo Buster Keaton, a quien Arbuckle había dado su primer estelar en 1917, se manifestó en favor de su amigo, resaltando que "Arbuckle era una de las almas más amables y bondadosas" que había conocido.
Toda la producción cinematográfica de Arbunkle fue prohibida, sin ninguna base legal o judicial. Aunque le permitieron seguir trabajando, nunca fue rehabilitado en Estados Unidos ni en Inglaterra; las copias que quedan de sus cortos tienen intertítulos en idiomas que no son en inglés y sufren un gran deterioro; su rescate en medios digitales es reciente.
Sobra decir que los años que pasan de la terminación del juicio a su muerte en 1933 (a los 46 años) son una cadena de tragedias, abandono y crueldad, divorcios, alcoholismo y crueldad.
La prensa sensasionalista cobró su primer víctima entonces. Hoy, entre el presunto violador, la presunta violada, alguien caerá. Hoy, en el caso que tanto consume tiempo de pantalla ya tenemos a los primeros caídos, los teleadictos que se abandonan al consumo del morbo a falta , de algo con qué recuperar la dignidad perdida por la inseguridad, los atropellos, el hambre, la ignorancia y las pobrezas, la material y espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario