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viernes, 12 de septiembre de 2008

METAAAAAAAL



A partir de los años 80 del siglo pasado, la posmodernidad nos dejó un mundo más complejo, diverso e inabarcable. En la música popular, esto se reflejó en la pérdida de un centro de gravedad o de un sistema de columna o pilares en el que las tendencias o los gustos se uniformaban con más facilidad. Algunos de mis contemporáneos se acordarán que era muy sencillo ubicarse con el rock o con los fresas.

Hoy esto no es nada sencillo. El mundo de sonidos que nos rodea nos trae cada vez nuevos géneros, mezclas y regresos de tendencias que se creían establecidas. En esta ola que quiebra con las rocas es cada vez más complejo distinguir o etiquetar géneros (salvo cosas horrorosas como el reaggeton. Sorry, h.). Hoy es más vigente ese dicho de Luis Gerardo Salas de que el rock es sólo una sección en las tiendas de discos (el problema vendrá cuando dichos establecimientos desaparezcan).

No obstante, uno de los géneros que mantiene su sello distintivo: energía, volumen alt y mucha testosterona. Claro que a su interior prevalece la diversidad, pero manteniéndose en su galaxia: el metal es hoy no sólo pesado, hay sangriento, de muerte, negro, épico, progresivo, veloz, de basura, sinfónico, folklórico, de poder, gótico, industrial, alternativo, con cellos... más lo que se acumule.

Además, está lejos de ser una escuela con una ubicación geográfica determinada. El metal se desarrolla en el mundo anglosajón, pero también de manera exhuberante y propia en los países europeos, en especial en los escandinavos que han hecho las cosas más extravagantes en los últimos años, en Japón y hasta en América Latina.

La idea de ligar la música con el metal tiene varios orígenes desde textos de William S. Burroughs  que ligan "heavy metal" con las drogas. También se usó en la revista de comics Métal Hurlant o su versión estadounidense.

En la contracultura de los 60, lo "heavy" sera lo serio, lo profundo; en música lo lento y lo amplificado, parece que la primera canción popular que liga ambas palabras es la célebre Born to be Wild de Steppenwolf.

El crítico Lester Bangs empezó a popularizar el término en los años 70 para referirse a grupos Led Zeppelin y Black Sabbath. En ese entonces el metal eran temas de blues amplificada y densificada.

En esos años, el heavy metal abarcaba cualquier grupo que hiciera esas progresiones agresivas y audaces, aunque desde entonces empezaron a haber diferencias entre los músicos y los que escribían que empezaron a no concordar con esas ideas.

De hecho, nadie inventaba nada. Ese tipo de mùsica aparecía hasta en las canciones de Little Richard (el padre del rock pesado?), Eddie Cockran o Jerry Lee Lewis. En los 60, no podría dejar de etiquetarse así a grupos como Cream, The Who o The Kinks.

Sin embargo, la definición de esta música se alcanza hasta fines de los 60 con el primer disco de Black Sabbath y no sólo porque aparece ahí un concepto más uniforme y definido, sino porque aparecieron las primeras descalificaciones y la liga del metal con lo diabólico.

El sonido y las progresiones (riffs), la velocidad de los ritmos y los contenidos oscuros fueron deslindando el metal de sus influencias psicodélicas (como en Hendrix), progresivas (Iron Butterfly), folk (Led Zeppelin) y blueseras (Sabbath). Se fue haciendo un sonido propio (metálico) que culminó a mediados de la década de los 70 con el primer disco de Judas Priest. Nada qué ver con lo anterior. Los ritmos y las distorsiones, los temas y hasta la imagen del músico y del público metalero se definió. Además a mediados de la década, el metal se extendió por doquier: Estados Unidos (Grand Funk, KIss), Australia (AC/DC) y hasta Alemania (Scorpions).

El metal se marginó en el siguiente lustro con la música disco y la eclosión punk/garage/new wave. El metal parecía destinado a vivir en las catacumbas y escuchar los viejos discos. Pero renació con una nueva ola británica, el famoso New Wave of British Heavy Metal o NWOBHM. El género re revitaliza a principios de los 80. Los viejos grupos van cediendo ante propuestas nuevas: son los tiempos de Iron Maiden, Motörhead (porque no hay grupo de metal que se respete que no ponga diéresis en sus vocales), Quiet Riot, WASP y Van Halen.

Y el metal se vuelve popular. DIscos como Metal Health son primeros en popularidad, los videos proyectan el metal como espectáculo y sus front man se vuelven ídolos con egos tan altos como sus peinados. Lo visual va desplazando a lo musical y surgen corrientes glam: Cinderella, Poison, Bon Jovi; el público se vuelve más heterogéneo y la música pesada llega a los círculos de clase media universitaria y hasta (oh, Dios mío) a las mujeres.

Los puristas de entonces buscamos más lo underground, aunque había bandas como Guns ´N Roses que unificaban gustos. En ese auge el metal llega a Iberoamérica: desde Barón Rojo, Ángeles del Infierno en la madre patria, nuestro Luzbel o los sudacas Rata Blanca y claro, Sepultura.

Ese choque, entre el verdadero metal (con sus noeclásicos como Malsteeim) y el glam o sus derivado comerciales es lo que ha hecho a los subgéneros. El primer subgénero, digamos, autónomo fue el trash, en los mismo 80, en la costa Oeste gringa, una mezcla de NWOBHM y punk, o sea distorsión y velocidad: Anthrax, Slayer, Megadeth y Metallica. O cruel destino, el trash se vuelve aquello que combatió cuando Master of Puppets llega a los primeros lugares de las listas en 1986.

Si al trash le metes temas satánicos y violencia explícita tienes al death metal: voces guturales, dramatismo en los cambios y tempos inalcanzables. Curiosamente Florida, la tierra de Ted Bundy es el paraíso del Death: Deicide, Obituary, Morbid Angel, Slaughter. Y tiene sus sub-subgéneros: hay progresivos (Opeth); melódicos (In Flames); "brutal death metal" (Cannibal Corpse); grindcore o punk death (Napalm Death).

En Europa surgió un metal muy dramático. Por ejemplo con voces que pasaban de frases guturales a exclamaciones agudísimas. Ese "black metal" (salido del título de un disco de Venom) resultó más sombrío, desagradable y crudo. Combínese lo anterior con los ritos y la parafernalia pagana de los bosques negros del viejo continente y tendrás a Celtic Frost, Hellhammer y Cradle of Filth.

Otros grupos apelaron a temas épicos y valores como el orden, la belleza y el refinamiento. El sonido resultante, power metal, sigue siendo underground y enérgico pero más limpio y hasta como optimista: Helloween, Running Wild, Manowar, Gamma Ray, Edguy, Stratovarius. Si agregamos voces casi operísticas (agudas o femeninas), una base orquestal o de teclados tenemos power metal sinfónico: Nightwish, Sonata Arctica.

Teclados, cuerdas, coros, una temática depresiva y oscura con un ambiente gélido (escandinavo de preferencia) nos da el gothic metal: Therion, Trail of Tears, The Gathering.

En fin. Más que inspirar violencia o ponerse a adorar al diablo, o vestirse como guerrero medieval, el escucha de metal busca energía, catarsis y un sentido de pertenencia. Igual que todos.

3 comentarios:

Hrod-rick dijo...

Cierto el metal es sinónimo de poder, de testosterona pura y aunque prefiero a los clásicos (Led, Black, Scorpions, etc) y a los neo clásicos (Metallica, System) siguen sin convencerme por mucho los grupos latinoamericanos el único grupo decente que recuerdo de origen latino: Los Bravos y eso no caben en el género expuesto. A los cafetos, soda y otros grupos que sigo no los metó porque son más ligeros.

Siento más poder en el metal clásico y neo clásico europeo o norteamericano.

Excelente como siempre maese y educativo a por mayor.

Un saludo y un abrazó.

Alberto García dijo...

Maese Röck:

Gracias una vez más por tus atención y tus comentarios. Ni hablar los clásicos por algo lo son, pero no me deja de llamar la atención expresiones que como las de los subgéneros rozan o rebasan los límites. De eso, de los límites se tratará algún otro playlist. Pero... disfruta éste. Un abrazo.

A.

Anónimo dijo...

me encantò el espacio y gracias por compartirlo conmigo ojala sigan publicando cosas como estas esas son las ke nos hacen olvidar el estres. cuidate mucho y un gran abrazo. hilda