I. Recientemente me topé con un libro muy oportuno: Foucault y el poder, de María Inés García Canal, editado por la UAM Xochimilco. Apareció en mi escritorio porque lo compré en un botadero que tenían en ese centro de estudio donde me acudí a hablar sobre la nueva Ley del ISSSTE. Lo empecé apenas y me hallé con que según Michel Foucault, "Para soñar no hay que cerrar los ojos, hay que leer", porque la verdadera imaginación es producto del conocimiento y se aloja entre el libro y la lámpara; lo imaginario nace de los signos, no de la naturaleza, nace de nuestros legados culturales y psicológicos, que se transmiten a través de los libros, que son infinitos. Para que el sueño y la imaginación se den hay que leer, porque la lectura desata a ambos.
El origen de esta reflexión está en Borges (Jorge Luis, no confudir con el teórico foxista José Luis Borgues, que es otro): en un cuento de El Aleph habla de la biblioteca infinita, "El libro de arena". Esta idea es un detonante para la reflexión del teórico francés desaparecido en 1984. Y resulta que la maestra que escribe este libro resume esta reflexión a través de tres cuentos de Borges, que dan lugar a estas reflexiones filosóficas:
No podemos escapar de los suenos ajenos: somos sueños soñados en sueños ajenos; la memoria es un palimpsesto, cada nueva escritura cubre la escritura anterior y será cubierta por la venidera: todos cargamos memorias ajenas; la cordura, los hábitos y el mundo se convierten en una limosna espantosa.
Pero además para reconstruir este pensamiento se recurre a una fábula de los judíos antiguos. Cuando Baalshem tenía que enfrentar una tarea difícil iba a un rincón del bosque, encendía el fuego, oraba y meditaba y todo se cumplía. Generaciones más tarde, el Maggid de Meseritz fue al bosque pero no encendió el fuego y había olvidado las oraciones; de todos modos, su voluntad se cumplió. En la última generación, el rabino Israel de Rischin se sentó en la silla dorada del castillo reconoció: "No podemos encender el fuego, ni decir las oraciones, ni llegar al bosque, pero podemos contar la historia". Y la historia tuvo el mismo efecto milagroso que los rituales anteriores.
Como sólo somos el recuerdo de esos olvidos, el pensamiento de Foucault es un largo y continuado relato sobre el advenimiento de la Sociedad Disciplinaria que hasta hoy nos persigue con su control, su vigilancia y su castigo.
Los cuentos de Borges son estos:
Las ruinas circulares: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/borges/ruinas.htm
La memoria de Shakespeare: http://www.zonamoebius.com/04.letra-viva/jlb_1005_memoriaShakespeare.htm y
Los tigres azules: http://www.temakel.com/cuentoborgesdos.htm#TIGRES%20AZULES
II. En un texto de 1963, Foucault escribió: "Escribir para no morir... es una tarea tan vieja sin duda como el habla... El discurso tiene el poder de retener la flecha, ya lanzada, en un retraimiento del tiempo que es su espacio propio."
Hablamos, escribimos, para no morir: en tanto estemos en relación con el lenguaje, se está inmerso en la vida. Hablamos y escribimos para sabernos vivos, para enfrentar la muerte. Hablamos y escribimos para detener la muerte el tiempo que dura el relato. Mientras se habla y se escribe se le impide a la muerte imponer su silencio.
Tal como Scherezada, si su relato se detiene, la muerte caerá sobre ella. En la noche 1001, vuelve a comenzar su narración.
Dos cuentos más:
El milagro secreto: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/borges/milagro.htm
La biblioteca de Babel: http://www.literaberinto.com/vueltamundo/bibliotecaborges.htm
III. "Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que lee". Borges
"El pasado es un prólogo", Shakespeare
"No escribas canciones idiotas, ni aunque a los idiotas les guste". Boris Vian
J. E. P. sobre el lugar que tienen hoy y aquí la poesía en nuestra vida cotidiana: http://www.letraslibres.com/index.php?art=12602 (a lo mejor para que abra hay que registrarse, pero gratis).
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