Radio FAP presenta: Canciones para borrachos


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jueves, 22 de octubre de 2009

"Que la fantasía expulse a la memoria". Fragmentos de "El hombre de hierro" de Armando Bartra




Entre mis recientes lecturas me topé con una obra que abre horizontes. Sobre todo frente a la tozudez de una realidad canija, la ceguera de nuestras izquierdas y una derecha desbocada.

La cita del título es de Hermann Melville, autor de la célebre Moby Dick, y se refiere a cómo Ahab, el capitán del ballenero que persigue a la gran ballena blanca, pero para eso tiene que ser práctico, navegar y preocuparse del avituallamiento de sus marineros y del curso de su navío.

El inalcanzable y simbólico cetáceo es la utopía, la malograda revolufia, el cielo asaltado. La que finalmente devorará a su hijo, el capitán Ahab, pero en el curso ("Partir es mi meta" dice ese cuento de Kafka) se pueden alcanzar y aterrizar realizaciones y se puede reelaborar el aquí y el ahora: intervenir las costuras del sistema, sus rendijas.

Los fragmentos pertenecen al capítulo 1 "Tiempo de carnaval" de "El hombre de hierro. Los límites sociales y naturales del capital", editado en 2008 por la UACM, la UAM e Itaca. Pa lo que no lo vieron en el twitter, va.

Porque a veces somos de izquierda por inercia, por rutina, por flojera de repensar los paradigmas. Y los hay que siguen zurdos sólo para preservar el "look" contestatario que tantos desvelos les costó.

Hoy, la izquierda apoltronada corres el riesgo de volverse reaccionaria, conservadora, reculante; repetidora de cavernosas consignas; defensora empecinada del doloroso fiasco social en que se convirtió la utopía realizada.

Si izquierda significa riesgo y aventura, si es vivir y pensar en vilo, en el arranque del milenio hay que dejar de ser de izquierda para seguir siendo zurdos. Hay que desembarazarse de rancios usos y costumbres, de fórmulas entrañables pero despostilladas. Hay que reordenar la cabeza, subvertir la biblioteca, vaciar el clóset y el disco duro, airear la casa. Hay que disolver matrimonios caducos y enamorarse de nuevo.

Y si después de cuestionarlo todo, de subvertirlo todo, aún encontramos razones para ser zurdos, entonces --y sólo entonces-- comenzará a nacer una nueva izquierda.

Melville: "En todos casos el hombre debe acabar por rebajar, o al menos aplazar, su concepto de felicidad inaplazable, sin ponerlo en parte ninguna del intelecto ni de la fantasía, sino en la esposa, el corazón, la cama, la mesa, la silla de montar, el rincón, el fuego, el campo".

Bartra:"no se vive de nostalgias del porvenir y así como el capitán Ahab ha de ocuparse del coloso blanco pero también del hambre y la sed de sus marineros, las causas políticas deben atender el aquí y el ahora para conservar a sus seguidores".

De las borracheras revolucionarias del siglo pasado unos amanecieron con crudas desesperanzadas y conformistasy otros con resacas de fundamentalismo anticapitalista. A estos últimos la experiencia de revoluciones que presuntamente transarono se quedaron a medio camino los lleva a una suerte de fetichización metafísica de la revolución, concebida como voltereta total, siempre posdatada, cuya ausencia se compensa con discursos apocalípticos o neoludditas prácticas contestatarias.

El problema es que en esta perspectiva apocalíptica la necesaria conversión de un orden inaceptable se queda sin palanca y sin punto de apoyo.

Entonces, sin cancelar del todo el optimismo posdatado de la tal 'revolución', propongo recuperar el módico optimismo posibilista del aquí y el ahora. En vez de nostalgias reaccionarias o revolucionarias por presuntos paraísos extraviados en el pasado o en el futuro reivindico los edenes rinconeros que construimos a deshoras, en los márgenes, a contrapelo.

.. la apuesta de la izquierda no puede quedarse en un modelo económico alternativo; debe ser también, y sobre todo un nuevo orden social que acote las inercias de la maquinaria mercantil encauzándolas en función de necesidades humanas.

Lo que la humanidad necesita no es un libre mercado sino una sociedad libre. Libre y justa. De modo que habrá que contravenir al mercado cuanto haga falta con tal de garantizar la justicia y la libertad.

Pero la nueva Arcadia no puede ser como el viejo socialismo. No puede concebirse como un modelo universal por construir en todas partes a fuerza de ingeniería societaria... No un orden absoluto y definitivo sino mundos colindantes, entreverados, sobrepuestos, paralelos, sucesivos, alternantes.

... no es verdad que todos lo caminos conducen a Roma. Para empezar, porque hay muchas Romas y quizás porque en verdad Roma son los caminos.